Pa' no dejársela a la muerte

miércoles, octubre 27, 2004


Largo pero bien interesante...
(editado. Fuente: periodistadigital.com)
Iñigo Medina, Director de la Biblioteca de las Indias Electrónicas, es un apasionado de las teorías y los análisis. miembro de la asociación Ciberpunk.org. Con la BIE pretende que se tome en serio el decisivo papel de las nuevas tecnologías en la realidad contemporánea y que se extienda “la sana costumbre” de informarse sobre las novedades que éstas portan.
¿Qué es Ciberpunk.org? Ciberpunk.org es una asociación en la que estamos gente que hemos encontrado en las redes, en concreto en Internet, más libertades que restricciones; maneras de conocer a gente de las que antes no disponíamos, sobre todo si tenías un perfil o una biografía un poco friki, caracterizada por unas relaciones sociales precarias y siempre sentidas como muy poco satisfactorias. Es decir, que en vez de tener la pandilla del colegio, del instituto o de la Universidad, o de la institución educativa x en la que cada cual haya crecido, te notas, por así decirlo, desplazado, porque no das con un entorno afin. Nosotros encontramos en Internet la posibilidad de conocer a esos otros que tenían ese perfil biográfico parecido, sin tener que desplazarnos. Eso por el lado de la génesis. La estructura, no obstante, es fiel a ese proceso de constitución; nuestros principales objetivos como asociación son defender las libertades y derechos civiles en el ciberespacio, y contribuir a una mayor y mejor concienciación del cibernauta en cuanto tal.
¿A qué tipo de frikies se refiere? No sé, hay de todo. En algunos casos son frikies tequies, que son personas, que, además de tener ese perfil que te acabo de contar, cultivan, con cierta pasión, aficiones relacionadas con ordenadores, muy especialmente con la programación. Pero en otros muchos casos no se da esa característica. Todos comparten, de cualquier modo, el no haber encajado en las vías tradicionales de socialización, y sentirse insatisfechos, por ello, con lo que la realidad anterior les ofrecía. En nuestro caso particular, no hay ningún patrón general, aunque sí numerosos enlaces biográficos.
¿Cuándo empieza este movimiento? La caída del muro representa el cierre de todo el mundo tradicional, y significa también la primera semilla del espíritu ciberpunk como conciencia social y política. Con la caída del muro se disolvía el sueño socialista, que para el perfil biográfico que acabo de esbozar representa probablemente el modelo social más nocivo. Pero también significaba un nuevo escenario para el liberalismo tradicional, el cual se enfrentaba a aspectos nuevos de la globalización -por otro lado, familiar desde por lo menos mediados del siglo XIX-, y de la progresiva aniquilación de las figuras sociales tradicionales –con la familia al frente-, en las que siempre se apoyó, aunque fuera de un modo esquizofrénico, pues en el plano teórico se veía obligado a poner al individuo y a su deseo pragmático por encima de cualquier otra instancia. La aparición de tecnologías de información y comunicación de estructura horizontal y base individual toma, en ese contexto, una luz especial, desconocida para el mundo organizado en los bloques ideológicos tradicionales.
¿Por qué Ciberpunk? Como en tantos procesos históricos, las realidades emergentes no son absorbidas por los espíritus científicos o las figuras dotadas de una cultura sólida. Podemos pensar, por ejemplo, en cómo William Blake, junto con otros muchos escritores imaginativos –pertenecientes de algún modo al espíritu romántico- advirtió las radicales novedades que la máquina y la factoría significaban para la sociedad de principios del siglo XIX. No quiero hacer una apología de una suerte de irracionalismo creativo o algo por el estilo, pero es innegable que los genios literarios están con frecuencia más cerca de las pulsiones y los cambios sociales que los propios técnicos. En este sentido, el nombre de “ciberpunk” denota una cierta corriente literaria, de lo que habitualmente se conoce como “ciencia-ficción”, de origen norteamericano y en la que destacan escritores como Bruce Sterling y Neal Stephenson. Sus relatos se desarrollan en un mundo poco amable, lluvioso, oscuro y amenazador -¿quién no se acuerda de Blade Runner?-, donde las máquinas, y muy especialmente las tecnologías relacionadas con la información juegan un papel esencial, y donde los individuos hacen los posible por hacerlas jugar en su favor. En la literatura ciberpunk hay un fuerte conciencia de que detrás de toda arquitectura de información hay una estructura de poder, y que buena parte de la lucha de derechos y libertades se juega en ese terreno.
¿Cómo Blade Runner? Sí, en Blade Runner hay aspectos ciberpunk, aunque su autor, Philip K. Dick, no pertenezca estrictamente a dicha corriente. Es muy importante, en cualquier caso, no banalizar el aspecto literario. La manera en que nosotros leemos estos relatos es, por seguir con la analogía que antes usé, similar a cómo aquellas narraciones del XIX llegaron a integrarse en doctrinas y movimientos políticos tan importantes como el comunismo. Esto es fácilmente comprobable en la estrecha relación que media entre los románticos y la doctrina socialista. No disfrutamos de los relatos ciberpunk como estetas, sino desde la conciencia social y política; nos sirven como maquetas políticas.
¿Hay personas Ciberpunkies? Sí, claro. David Ugarte, que está en el origen de la idea y que aún hoy sigue siendo el alma mater de todo, es, para mí, el modelo. En primer lugar, hay que creerse la novedad radical que entrañan las redes generadas por las nuevas tecnologías, que aporta más libertad al individuo y lo sitúa en un escenario político radicalmente nuevo. En segundo lugar, pensar que esta nueva realidad modifica la que antes existía, y que, por lo tanto, hay que esforzarse por redefinir los tópicos tradicionales, salvando los que merezcan la pena. Asimismo, el ciberpunk tiene, como no puede ser de otro modo, una cierta manera de vivir, donde la polidentidad juega un papel importante.
¿Qué es eso? Nosotros hemos descubierto que en el nuevo mundo de las redes las instituciones que han servido tradicionalmente como agentes de socialización y, por lo tanto, como configuradores mitológicos –creadores de sentido-, son muy pobres en comparación con los recursos que ofrecen las nuevas tecnologías. Éstas permiten que sean los mismos individuos los que tengan un papel activo en su sociabilidad y en sus particulares relatos. Ni lo local, ni el espectro masivo –característico de medios como la televisión o la radio-, son ya tan decisivos. Y, por lo tanto, los perfiles agregados habituales tienden a enriquecerse por fragmentación. A partir de ahí uno pasa a componer una identidad que para una mirada tradicional tenga, posiblemente, un aspecto, por así decirlo, “raro”, lleno de discontinuidades, saltos y asociaciones anómalas. Detrás de esto lo que hay es una profunda reflexión, de carácter materialista, sobre las condiciones de posibilidad de eso que llamamos identidad; todavía vivida hoy con mimbres que se remontan a lógicas propias de principios del siglo XX. La sola web, como puede deducirse de la bonita historia que su creador, Berners-Lee, elaboró en “Tejiendo la red”, porta ya suficientes novedades. Piensa que se apoya en la idea de asociaciones semánticas personales no establecidas a priori, y que hereda el componente individual de los programadores de mitad de siglo –los mismo padres de Berners-Lee-.
¿No es peligroso perder el contacto con la realidad? Es que la realidad, en el sentido de todo aquello que no cae del lado de las redes virtuales, puede no aportar mucho. Depende de cómo te lo plantees; si es desde el punto de vista de todos aquellos que han tenido que crecer sin encajar demasiado bien –a nivel personal o profesional-, imagínate, me monto mi bitácora –o mi página de diseño, o mi plataforma musical-, escribo mis textos –mis imágenes, mis canciones, etc.- y en un par de meses me escribe alguien diciéndome que le gusta lo que hago. No hay ningún problema, porque el desplazamiento que yo antes sufría, se ve roto porque alguien encuentra afinidad. La idea de que la red te lleva a un aislamiento de la realidad no es verdad, lo que hace es enriquecerte, porque amplía las posibilidades de lo real. Además, la idea de que virtualmente las personas se comportan como átomos aislados, no es muy fiel a lo que realmente pasa. Precisamente, en contra de tantos miedos que se remontan a la época de las dos revoluciones, acerca del aislamiento y el egoísmo absolutos, en el mundo de las redes el individuo no es átomo sino nodo, y justo la teoría de redes, tan en boga desde hace unos años, tiende a corregir la perspectiva atómica, propia de la ciencia moderna, por una perspectiva reticular. Realmente, se podría decir que Internet simboliza la posibilidad de renovar las aspiraciones modernas, ilustradas, tan denostadas en las últimas décadas, ofreciendo un marco alternativo al mundo búrgués deliberadamente antisocial que se convirtió en el representante oficial de aquellas aspiraciones. En este sentido, me atrevería a abundar en la idea -apuntada por Juan Urrutia en el epílogo al libro de David de Ugarte “11M: redes para ganar una guerra”- de que las redes traen una especie de neofeudalismo. En este sentido, la relectura de los románticos y los socialistas, que ya antes te comentaba, –sin ir más lejos, del mismo Manifiesto Comunista- puede arrojar muchas ideas interesantes.
¿Piensa que el contacto físico tiene menos valor? No. Tiene el valor y la función que tiene. Tiene mucho valor cuando las personas son afines. Pero normalmente los grupos no se organizan por afinidad, se hacen por imposición total; te toca una familia y una pandilla, o una comunidad de vecinos. Si te quieres salir de eso, estás condenado a vivir cierta soledad. Si te mueves en ese grupo, te mueves bien, pero no es un grupo que se haya construido a partir de una decisión propia; funciona porque vivíamos en la misma torre o íbamos al mismo colegio. Hay un espacio físico que te lleva a relacionarte con unas personas obligatoriamente; en cambio, en la red yo encuentro y decido con quién me quiero relacionar según nuestras afinidades, que como ya comentaba antes, en el caso de la web son construidas personalmente y ni siquiera tienen que estar establecidas a priori.
¿Qué es la BIE? ¿También es una biblioteca para frikies? Todo lo contrario. Tras estos tres o cuatro años haciendo actividades educativas, seminarios y ponencias sobre nuevas tecnologías, hemos ido tomando conciencia, cada vez con más fuerza, de lo necesarias que resultan las referencias bibliográficas que nosotros manejamos habitualmente, para que el público en general comprenda mejor muchas de las cosas nuevas que ya nos rodean. En la Biblioteca de las Indias Electrónicas (BIE) tenemos libros con los que queremos dar a conocer cosas tan sencillas como la historia de Internet y de la web, aunque sólo sea, por ejemplo, para que haya un tanto por ciento de gente –aunque éste sea muy bajo- que distinga con claridad esas dos cosas. La BIE no busca hacer ciberpunks –entre otras cosas, porque éstos no se forman desde proyectos educativos o culturales- sino aportar herramientas para que fenómenos novedosos relacionados con las nuevas tecnologías puedan ser comprendidos, o sencillamente se pueda tener noticia de ellos.